Necesidad

No son ganas de verle, es necesidad de estar acurrucada entre sus pies. No es deseo de sexo, es necesidad de que usted se sacie usándome.

Necesidad urgente de dolor que haga arder cada milímetro de mi piel, penetrando hasta purificar mi alma y estallando entre lágrimas y placer.

Su gato acariciando con dureza mi cuerpo, una y otra vez, desoyendo mis lamentos, ignorando mis lágrimas, golpeando insistentemente mi carne.

Querer salir corriendo por el dolor y desear no moverme de sus pies, desear que no pare esa tortura. Y no para… el gato da paso a la vara.

Primero llega su sonido al cortar el aire, luego su golpe duro, otras no llega el golpe, solo siento la vara a escasos centímetros de mí.

Mis nalgas arden aliviadas, la vara azota mis muslos, cebándose en mi debilidad, haciéndome temblar de dolor. Rimmel surcando mis mejillas.

Podría pararlo todo con una sola palabra, pero necesito más, necesito derribar ese muro que yo misma he levantado y que me ahoga día a día.

Es la paleta la que golpea mi pecho, alternándolos a veces, repitiendo otras. Mi cuerpo llega al límite, pero mi cabeza aún no se derrumba.

En ese punto que usted solo conoce, cuando ni sobra ni falta un golpe, sin una caricia ni una sonrisa, se aleja de mi cuerpo un instante.

Y entonces sí, mi mente se derrumba y dolorida me arrastro por el suelo hasta sus pies para reconocerme nuevamente como la perra que soy.

Y entonces sí veo por fin su sonrisa, su orgullo de propietario, su luz que ilumina mis temores cada caída. Siempre suya, siempre su perra.