Hay días…

Hay días que la distancia duele, duele tanto que no hay conexión mental que pueda suplir un abrazo suyo. Ni siquiera oír su voz tan lejana me consuela, cuando yo necesito oír sus susurros junto a mi oído, arroparme con su aliento y fundir su piel con la mía en un solo deseo.

Hay días que todo parece gris y lo único que necesito es sentir su mirada y su sonrisa. Y lo peor es que, cuanto más la necesito, más incapaz me siento de sacarle una de esas sonrisas que iluminan por sí solas el más gris de mis días.

Hay días en que dejo que broten mis lágrimas con la esperanza de que la lluvia traiga la calma y mi anhelado arcoiris. Pero atardece cada día antes y el sol no llega a reflejarse en mis lágrimas para inundarlo todo con su abanico de colores.

Lo sé, hay cosas contra las que no puedo luchar y situaciones que no puedo cambiar. Éste es el camino que yo decidí recorrer, consciente de sus dificultades y también de mis debilidades. Me falta paciencia y saber esperar el momento de poder volver a sentirle a mi lado.

Nunca he sabido dosificar mis sentimientos. Para bien o para mal, cuando siento, siento a lo grande y usted es lo más grande que he sentido jamás.